Es bueno que los juguetes sirvan para fomentar la creatividad y la imaginación de los niños.
El juguete tiene que ayudar a fomentar la comunicación y las relaciones familiares. Hay que procurar regalar juguetes que permitan, en algún momento, la implicación en el juego de los padres u otros miembros de la familia.
Es necesario que los niños aprendan a aceptar derrotas y victorias, así como a cumplir las reglas del juego. Esto les ayuda a saber aceptar normas. Los juguetes con reglas o normas cumplen esta función educativa.
Si se les regalan muchos juguetes a la vez, no saben con cual jugar y al final acaban no jugando con ninguno. Se ha de procurar que no tengan demasiados juguetes y si los Reyes Magos o Papá Noel son demasiado generosos, va bien racionalizar el uso de estos. O sea distribuir los juguetes por días.
El juguete más adecuado para el niño, con el que más se va a divertir y con el que más va a aprender, no tiene nada que ver con el que está más de moda o con lo que cuesta. Muchas veces los padres se sorprenden de lo bien que se lo pasan sus hijos jugando con algún juguete viejo, roto o sencillo.
Si el niño es excesivamente nervioso, va bien comprar juguetes que requieran que preste atención para jugar. Si es tímido, va bien juguetes que requieran de más jugadores para que aprenda a socializar.
Los niños pequeños suelen tener un sentimiento de propiedad que a veces parece egoísmo. Los juguetes que necesitan ser compartidos para jugar son de gran ayuda a edades tempranas.
No se les ha de comprar juguetes demasiado complicados y que no puedan usar solos. Recordad que ellos son los que han de poder sacarlos para jugar y por supuesto recogerlos. Fomenta la autonomía y aprenden a ser ordenados.