Es una frase que repetimos mucho ultimamente en las terapias. Una pareja decide tener uno o varios hijos. Se deposita mucha ilusión y cuando llegan la alegría es insuperable. Pero tener hijos conlleva una gran responsabilidad y sobre todo aceptar que vas a perder derechos.
No se puede ser padre y a la vez pensar que vamos a poder continuar igual que antes. Se ha de aprender a dejar de hacer cosas que te gustan porque no hay tiempo. Dedicar tiempo para ellos que se ha de restar del tiempo que tienes para tus cosas. Comer a horas que no lo harías, ir a sitios que no te apetece, ver películas con ellos a la vez que no puedes ir a ver las que te gustan, quedarte en casa porque está enfermo, tener que decir no a los amigos porque tiene partido…
Vamos que no todo es tan idílico como te pensabas, pero dicen que dan muchas satisfacciones.