El factor de protección más importante, para evitar problemas en la adolescencia, es que los hijos tengan una buena autoestima. La autoestima baja influye a la hora de tomar decisiones como con que amigos van, si prueban o no alguna substancia nociva o en creer si son capaces de hacer algo o no lo son. En las manos de los padres hay una gran dosis de responsabilidad para ayudar a los hijos a que tengan una buena autoestima.
Lo repetimos muchas veces. Lo obligatorio se refuerza, no se recompensa. Muchas veces, como padres, solo nos fijamos en lo que los hijos hacen mal. Con toda la buena fe del mundo, se lo decimos para corregirles. Lo que ocurre, es que en ocasiones, solo les decimos lo que no hacen bien y nos olvidamos de decirles lo que si hacen bien. Si caemos en esta dinámica, potenciamos una autoestima baja que le crea inseguridades.
Hay que fijarse en lo que los hijos hacen bien y hay que decírselo. Esto les ayuda a potenciar su autoestima. Como padres hemos de educar al hijo que tenemos y no al que nos gustaría tener. Educarle en positvo es fundamental para que los hijos pasen por la adolescencia lo más seguros de si mismo posible.