– Dar tiempo a los niños para superar el cambio que conlleva la nueva situación. Sobre todo si el cambio es muy brusco, les cuesta adaptarse y se sentirán inseguros.
– Generar un clima familiar adecuado fomentando una buena comunicación. Está bien buscar momentos para estar todos juntos, como las horas de las comidas o cenas para hablar y así ir conociéndose. Esto cohesiona a todos lo miembros de la familia.
– No hablar mal del ex delante de los hijos. No hay que olvidar que este es su padre o su madre y los niños lo verán como una agresión.
– Tener paciencia con los hijos del cónyuge. La confianza de estos cuesta ganársela y aunque a veces se les vea alejados, seguro que con el tiempo se llega a buen término.
– Poner en casa unas tareas, normas y límites claros para todos, sobre todo explicarlos bien a los niños o adolescentes. La pareja lo ha de tener claro y compartirlos y estar de acuerdo ambos. Esto ayuda a que sepan a que atenerse, genera seguridad en ellos y evita conflictos.
– Intentar no hacer diferencias entre los hijos de uno mismo y los hijos de la pareja en cuanto a las tareas y normas. Si en esto se es coherente no se generan celos entre ellos.
– Se ha de tener una actitud conciliadora y amistosa con los hijos del cónyuge. Al inicio solo se debería supervisar lo que hacen y si algo no está funcionando, decírselo a la pareja. Si hay alguna conducta inadecuada que se haya de cortar en el momento se puede controlar.
– En caso de conflictos graves, ha de actuar el progenitor del niño. Si lo hace su pareja, este lo puede ver cómo una agresión y perjudica la relación entre ambos.
– Realizar actividades en común con la nueva familia, favorecerá la unión de esta y mejorará la convivencia.